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Releyendo a Salvador Pániker

Presentación

¿Por qué este blog? Porque en DMD Catalunya decidimos completar nuestra pequeña biblioteca con los libros de Salvador Pániker que nos faltaban. Y un grupo, compuesto por Gine Albalalejo Sánchez, Isabel Alonso Dávila, Marta Heras Pérez y Marisa López García nos hemos puesto a leer y a buscar entre todas estas páginas las referencias a la muerte, a la dignidad al final de la vida, a la eutanasia y al suicidio asistido en los dietarios y los libros de memorias de Salvador. Hemos encontrado muchísimas cosas y muy interesantes que nos han permitido acercarnos a la historia de nuestra asociación contada en primera persona y con la profundidad que nos ha regalado un filósofo de la talla de Pániker.

Del interés por dar a conocer estas lecturas ha surgido este blog. En él, iremos colgando algunos de los escritos sobre la eutanasia y la muerte que Salvador Pániker nos dejó a lo largo de su vida

Esperamos que esta idea os guste, que vayáis siguiendo lo que publiquemos, que lo compartáis y que nos hagáis llegar vuestros comentarios.

Isabel Alonso Dávila

Presidenta de DMD-CAT

 

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Diario del anciano averiado

Año 2000

26 de abril

Hoy se debatía en el Parlament de Catalunya, y se votaba luego de forma secreta, la despenalización de la eutanasia, a propuesta de Esquerra Republicana. Se ha perdido por dos votos de diferencia. Me llama Joan Ridao (de ERC) para referirme los detalles. Por la mañana han venido a filmarme de Antena-3, Canal Plus y TV-3, justo cuando ya se sabía que habíamos perdido. Les he dicho que, a pesar de los pesares, “es un buen síntoma que los políticos, además de temas económicos, debatan temas de derechos fundamentales de la persona, como es este de la eutanasia voluntaria”. Temas, por cierto, que deberían votarse siempre en conciencia, y no por disciplina de partido.

Página 23

26 de septiembre

Presentación de mi libro en el hotel Ritz de Madrid. Habla Jose Antonio Marina. Extracto de su discurso:

Hay tres tipos de diario según la diferente dosificación de tres elementos: los aspectos sociales, los aspectos privados (lo que ocurre de puertas adentro), los aspectos íntimos (lo que ocurre de la piel para adentro). En este momento en que predomina una concupiscencia de lo privado”, una especie de mentalidad de ojo de la cerradura, en que lo que importa es mirar la privacidad del otro, aunque sea para ver cómo se mete el dedo en la nariz, creo que hay que reivindicar los diarios más íntimos, que muestran, o al menos a mí eso es lo que me interesa, cómo ha enfrentado una persona es acontecimiento tan complicado que es vivir. Hay diarios que son una agenda y otros que se acercan más a la novela”. Les propongo que lean Cuaderno amarillo como una novela con cláusula de verdad. Es la historia de un hombre culto, maduro, coqueto, un poco narcisista, preocupado por la religión y el sexo, que comienza una relación amorosa. Y hay algo más. Es un personaje que se siente posmoderno. Por la fragmentación, por el hibridismo, y por una idea del yo como ensemble flou.

Páginas 40, 41 y 42

14 de octubre

Releo la vejez de Simone de Beauvoir… el libro es de 1970 (ella tendría entonces sesenta y dos años) y es cierto que la vejez se ha retasado mucho desde aquella época. Con todo, se trata de un ensayo que conserva cierta actualidad. Lo extraño es que no se menciones nunca la eutanasia como respuesta libre frente a la decrepitud.

Página 52

7 de noviembre

En el pasado me bloqueaba la muerte. Al no tener digerida la muerte –o interpretada, o situada dentro de un esquema general de las cosas- se producía como un efecto de demora, casi de obturación, en todo lo demás. Era como si me dijera a mí mismo: estoy aquí, he de morir, y no tengo intelectualmente resuelto el asunto, lo cual es como caminar con un inmenso cabo suelto pendiente de solución o, más bien, de decisión.

Mi crisis de 1962, aparte de neurológica, fue una crisis de muerte. ¿Por qué tomarse la molestia de escribir o de actuar si uno va a quedar engullido por la nada? Una respuesta posible es la siguiente: porque quien escribe e, actúa, crea o, en general, se interesa por las cosas –olvidándose de sí mismo-, no es uno sino lo absoluto que le posee a uno. Un planeamiento que tampoco se alcanza en un instante. En mi caso, me sometí a una nueva iniciación cultural. Lo he contado con algún detalle en Cuaderno amarillo, entrada del 11 de abril de 1993. Me influyó el taoísmo. Me enteré de que, desde hacía tres mil años, Oriente había generado una tecnología espiritual para enfrentarse al sufrimiento y a la muerte. Fui asumiendo las filosofías de la no-dualidad. Descubrí la retroprogresión. Advertí que había unanimidad en muchos sabios. Nisargadatta Maharaj: morir antes de morir es la mejor manera de perder el miedo. Alan Watts: liberarse del ego es sinónimo de aceptar la muerte. Teresa de Jesús, a sus hijas del Carmelo: “Si no os determináis a tragar de una vez la muerte y la falta de salud, nunca haréis nada”. Y así comencé a resolver lo del “asunto pendiente”, y se hizo más libre, y más amplia, mi apertura a la realidad.

Páginas 59 y 60

22 de noviembre

ETA asesina a Ernest Lluch. La noticia me afecta. Incluso, en la medida que soy capa de ello, me indigna. Lluch era un hombre dialogante, activo, inteligente, pugnaz, civilizado, buen polemista, el tono siempre sosegado, las ideas firmes. ETA lo asesina en un acto de perfecta irracionalidad: Lluch defendía, en contra incluso de la postura oficial de su partido, un acercamiento a los nacionalista vascos, la solución política al problema terrorista, la unidad de todos los demócratas, el diálogo… Lluch era un excelente conversador. Solíamos coincidir en las reuniones del Círculo de Economía. Recuerdo que últimamente él comentaba con alarma la baja productividad de España. A veces, en las susodichas reuniones, me pasaba discretamente notas manuscritas sobre temas afines al tema que se discutía. Sin ir más lejos, sobre la eutanasia y la ley de Sanidad por él creada. En fin, Lluch ha desaparecido escuetamente, irracionalmente, a los sesenta años de edad, en plena actividad, al regresar a su casa tras impartir su última lección como catedrático de historia de las doctrinas económicas. Lluch ha muerto.

Páginas 60 y 61

22 de diciembre

Semanas atrás aprobaron en Holanda una ley de eutanasia, y yo expuse (a los medios) que el suceso marcaba un punto de inflexión en el proceso del derecho a la muerte digna. Hoy me llegan noticias del Parlamento catalán que acaba de aprobar la Figuera legal del testamento vital, abriendo la puerta a la eutanasia (al menos pasiva) al dejar en manos del enfermo la decisión de no prolongar su vida con métodos artificiales. DMD ha jugado aquí un papel relevante.

Página 75

AÑO 2001

29 de mayo

El político Raimon Obiols –buena estatura, voz apagada, aspecto triste- nos va contando que el Parlamento Europeo –él es ahora eurodiputado- les sobra dinero, que su opinión de Romano Prodi es mediocre, que Javier Solanas tiene prestigio –es decir, un charmeur y un formidable trabajador-, en fin, que intentará ponerse en contacto con las personas que le hemos apuntado JTB y yo para constituir, en Europa, un lobby proeutanasia. “De todos modos -añadió- El Parlamento Europeo, que es progresista en cuestión de derechos humanos, es muy conservador en asuntos acotados como éste, de alcance bioético”.

Página 111

2 de agosto

Casi todo el mundo ha muerto. Escribió Bukoswski, no mucho antes de morir: “Yo llevo a la muerte en el bolsillo izquierdo; a veces la saco y hablo con ella”. Bukoswski alardea de estar preparado para morir. Lo cual era poco más que una frase. Nadie está preparado para morir. A menos que uno sea precisamente “nadie”.

Página 117

15 de agosto

Es la una y cuarto del mediodía, hoyes la Mare de Déu d’agost, ecuador de agosto y del verano… Apuntaba Bukoswski que a medida que iba acumulando años, iba mejorando la escritura. También yo tengo más oficio y perspectiva. O quizá no. Ayer pensaba que soy un viejo sin remedio; hoy pienso que solo comenzaré a ser viejo cuando cumpla ochenta, si es que llego a ellos. Cuando la muerte presione de vedad, si es que presiona. El verdadero arte, escribe Félix de Azúa, es siempre una negociación con la muerte. Puede decirse así. Puede decirse de otro modo. Otto Rank veía el are formando parte de los muchos sistemas de negación de la muerte. Negación, no negociación.

Página 121

6 de octubre

Madrid sigue sin sentarme bien. La altura, el clima demasiado seco o vaya usted a saber. Vine para participar en unas jornadas sobre derecha a morir dignamente organizadas por DMD. En el acto inaugural me acompañan en la mesa Cristina Alberdi, ex ministra del PSOE, un representante de Izquierda Unida y otro de los Verdes. Cristina, muy cariñosa conmigo, ha estado inteligente y didáctica en su parlamento. Los otros do, sencillamente correctos. Yo he trazado un esquema histórico de la lucha en España por el derecho a la eutanasia y el testamento vital.

Juan G. Bedoya reproduce todo esto muy bien en El País.

Página 128 y 129

20 de octubre

Hemos celebrado en Barcelona el Congreso de la Federación Mundial de Asociaciones Pro Derecho a Morir Dignamente (World Federation of Right-to-Die). El acto central –excelentemente organizado por Juana Teresa Betancor, alma del encuentro- se ha celebrado en el Palau de la Virreina, cuya sala ha resultado insuficiente para acoger a la cantidad de gente que ha asistido. Buena sintonía con Michael Irving, exdirector sanitario de Naciones Unidas, Richard MacDonals, médico y fundador del programa Caring Friends, Jaqueline Herremans, abogada y vocal de la Comisión de bioética belga, Aycke Smook, médico holandés. Hoy los medios de comunicación se han ocupado ampliamente del encuentro, destacando que la Federación Mundial agrupa unos setecientos mil afiliados en treinta países.

Página 131 y 132

AÑO 2002

18 de enero

Ha muerto Camilo José Cela…

Conocí a Cela allá por el otoño de 1968. Era un hombre corpulento que pesaría quizás unos cien kilos. Fumaba tabaco negro, Ideales. Tenía la cara grande, estirada, cara de ninot de falla, cara de risa, de perplejidad y de rey godo. En aquella ocasión Cela me dijo que a él la idea de la muerte, que tanto preocupa a los españoles, no le inquietaba nada.

-¿Y no le temes a la pérdida de facultades que llega con los años? –le pregunté.

-Nada. Se debe estar en cada edad con arreglo a cada edad.

-¿Qué puede hacer un hombre enfermo?

-Cuando yo estaba enfermo, leía.

-¿Y un hombre que esté tan enfermo que pueda ni leer?

-Entonces que se muera, coño.

Pues eso, que ahora Cela se ha muerto. Cela ha abdicado de su voluntad de vivir, y no puede negarse que su trayecto por este mundo ha sido exitoso.

Páginas 140 y 141

1 de marzo

Hoy cumplo setenta y cinco años, la edad que tenía mi madre cuando murió. Llamaron esta mañana para felicitarme… setenta y cinco años digo.  Mayor cercanía del final. Escribe Luis Racionero, en relación a este asunto, que su creencia “es que los átomos del cuerpo (después de la muerte) se liberan, con lo que pueden incorporarse a otros seres vivos o inanimados y que el alma se pierde en el océano de la conciencia, ese gran programa que está en el éter y del cual reciben sus imágenes esos pequeños televisores que llamamos cerebro”.

Demasiado inteligible, ¿no les parece?

Prefiero a Garcia Lorca: “Si muero, dejad el balcón abierto”.

Páginas 151 y 152

22 de mayo

Juana Teresa Betancor ha estado en Toulouse con sus colegas de la DMD francesa, los cuales la ha puesto al día sobre los sistemas actuales para la “autoliberación”.

-Espero que haya tomado buena nota de todo –le digo-, porque éste es un asunto que quisiera tener bien resuelto.

Quiere decirse que si, a mi edad, uno tiene siempre a mano la posibilidad del suicidio racional, uno vive mucho más tranquilo.

Página 160

30 de noviembre

Anoche cenamos, JX y yo, en un restaurante que se ha puesto de moda, el Café de la Princesa, cerca del Museo Picasso. A mí me duraba el malhumor y el cansancio producidos por una enojosa reunión en DMD. (Hay tensiones en DMD, pero yo procuro mantenerme en mi papel de presidente neutral au dessus de la mêlé). Además, los restaurantes siguen sin resolver el problema acústico, imposible hablar con tu pareja si no alzas mucho la voz.

Página 204

8 de diciembre

“La muerte –escribe Bukowski- no me preocupa; es la última broma de una serie de bromas pesadas. La muerte no es un problema para los muertos. La muerte es otra película, no hay por qué preocuparse” (Shakespeare nunca lo hizo). Pero ya digo que a Bukowski no le preocupa la muerte porque está volcado en su escritura. Y eso de que “la muerte es otra película” tiene sabor inesperadamente hindú.

Página 210

22 de diciembre

Hablo por teléfono con Rosa, mi cocinera, para darle el pésame por el fallecimiento repentino de su padre. Le pregunto si su padre tuvo un ataque de corazón. Rosa se echa a llorar. “Nada de eso –responde-: se tiró por una ventana.” Tenía ochenta y dos años, estaba perdiendo facultades, rechazó la decrepitud y obró en consecuencia.

La muerte, pues, sigue rondando; la muerte que tantas veces asoma en este dietario. Se van a cumplir veinticinco años de la desaparición de Charlot. Escribe Carlos Saura: “Como todos los ancianos, Charlie Chaplin, en los últimos años de su vida, estaba obsesionado con la idea de la muerte”. Bien. La vejez simplifica algunas cosas. De pronto sólo hay un tema dominante: desalojar el absurdo final. Vivir este final sin miedo. Y, llegado el caso, autoliberarse, como la madre de Lionel Jospin, que eligió “dejar la vida con serenidad”.

(…)

La muerte sigue rondando, decía. Los amigos siguen cayendo. Conozco las diversas respuestas culturales para amortiguar tan descomunal agravio. En casi todas las tradiciones se mezclan la desolación y la terapia. El nihilismo y la respuesta. Y que no me digan, por ejemplo, que en la Biblia no hay nihilismo. “Et laudavi magis mortuos quam viventes, et feliciorem utroque iudicavi qui necdum natus est.” Y alabé a los muertos más que a los vivientes, y tuve por más feliz que unos y otros al que no ha nacido todavía. Bien es verdad que esto se escribió en el Eclesiastés (4,2-3), un libro extraordinario que contradice al resto de la biblia, un libro que es un gran precedente de las filosofías del absurdo. Pero otro día hablaré con más extensión de todo eso, del miedo, la cultura, el exorcismo.

Páginas 218 y 219

AÑO 2003

1 de enero

Yo digo que la vejez es una devastación pero, que, con un poco de suerte, la senectud puede ser recapituladora, sabia. Yo persigo un enfoque musical de este asunto, la senectud como allegro ma non tanto, remate airosos de la sonata de la propia vida. Sin excluir las inevitables disonancias.

Sin excluir los acodes del suicidio racional si las cosas vienen mal dadas.

(…)

Quiere decirse que lo sabio es que cada cual –si puede- invente su finale, ensaye un ejercicio de recapitulación. He tomado ejemplos de grandes músicos, pero podría haber recurrido a otros ámbitos. Freud y Jung, en su madurez, abandonan el interés por la psicoterapia para ocuparse de las puras ideas sobre la condición humana. También era una manera de recapitular.

Páginas 223 y 224

4 de febrero

En una de las entradas más suculentas de Variaciones 95 (la del 20 de febrero) tengo escrito que el miedo a la muerte genera la ilusión del tiempo. En otras palabras, que no es que se tema a la muerte porque se es temporal, sino que se es temporal porque se teme a la muerte. Abolido el miedo a la muerte, cabe “dejarse ir” y abandonarse a la realidad de cada instante. Ya no te consume la ansiedad, ya eres libre para hacer lo que te plazca, incluso para recibir a un periodista.

Página 233

9 de febrero

El señor Federico Trillo, ministro de Defensa del gobierno Aznar y miembro del Opus Dei, declara que las opiniones del Papa en contra de la guerra de Irak “no constituyen materia de fe, y, por tanto, no son vinculantes para los católicos”. Añade que “personalmente, como católico, no me causa ningún problema de conciencia”. O sea que ahora ya sabemos que el señor Trillo no tiene “ningún problema de conciencia en matar a miles de iraquíes “preventivamente”. Naturalmente, el señor Trillo está en contra de que un enfermo terminal pida la eutanasia; se conoce que eso sí es materia de fe.

Página 235

24 de febrero

Carta de Pepe Corredor Matheos citando a Plinio: “Consideramos que la vida humana no es tan deseable que haya de ser prolongada por cualquier medio (…); de todos los dones que la naturaleza concedió al hombre no hay ninguno mejor que una buena muerte oportuna, y en ella lo mejor es que cada uno pueda proporcionársela a sí mismo” (Historia natural, libro XXVIII, II.9).

Agradezco, Pepe, tu erudita información sobre la muerte digna. Ya puestos en ello, te recuerdo que, dos mil años antes de Plinio y dentro de la misma línea, apareció en Egipto un impresionante texto titulado La disputa sobre el suicidio. (También conocido como Diálogo de un hombre cansado de la vida con su alma.) Lo cito en mi inédita Genealogía de la lucidez.

Página 239

Un matrimonio inglés ha ido a Suiza (Dignitas) a suicidarse. Llaman de la radio y de las agencias de noticias. Insisto en mis declaraciones anteriores, cuando el caso de Diane Pretty. En España existe, desde finales del año pasado, una Ley de Autonomía del Paciente, cuya aplicación, me temo, es todavía insuficiente. En demasiadas ocasiones, morir sigue siendo un horror. O una lotería: todo depende de la enfermedad que sufras y del médico que te toque. El concepto de “calidad de muerte”, complementario del de “calidad de vida”, es nuevo en medicina. La sedación paliativa está en pañales. Los médicos temen que se confunda cuidados paliativos con eutanasia. La idea de que debe primar siempre la voluntad del paciente está poco extendida. Los fundamentalistas de Pro-Vida chillan mucho.

Página 252

23 de mayo

Vienen a casa, acompañados por GG, el director de cine Alejandro Amenábar, el productor y otros miembros del equipo… Vienen para comentar el guión de una próxima película sobre Ramón Sampedro, que habrá de titularse Mar adentro. El guión –que lo han escrito al alimón Alejandro Amenábar y Mateo Gil, y en el que ha participado también GG- me lo mandaron hace algún tiempo. Les digo que a mí el guión me ha gustado, ante todo porque es un homenaje real a la admirable figura de Sampedro. Lo más relevante, a mi juicio, es destacar que Sampedro fue, ante todo un espíritu libre, paradójicamente prisionero de un cuerpo enfermo, y un hombre sin miedo. Su decisión de morir no fue hija del miedo, sino de su lucidez y de su amor a la vida. Propiamente él no era un enfermo terminal sino un enfermo crónico. Algunos creen que el tema eutanasia se resuelve con cuidados paliativos y tratamiento del dolor. El caso Sampedro demuestra que eso no es cierto. Existe el sufrimiento psíquico y el sentido de la dignidad. Por esto –les digo a mis visitantes- considero importante que se mantenga, a lo largo de todo el filme, la tensión dialéctica entre una situación límite –la que vive Sampedro- y las situaciones triviales que componen su vida cotidiana; que aparezcan la hondura y el horror de esa situación límite a través de las situaciones triviales. Por esto, añado, será importante que la música, que podría ser música celta panteísta, mantenga constantemente esa referencia. Y vuelvo a insistir en que gran parte del atractivo y el carisma de Ramón Sampedro arranca de que era un hombre sin miedo, un hombre que había superado todo temor a la muerte. Ya decía Hegel que, en la dialéctica entre el amo y el esclavo, la superioridad recae en quien menos teme a la muerte. Pues bien, Ramón Sampedro sabía que optar libremente es optar sin miedo, y esta falta de miedo, esta milagrosa serenidad. Debería reflejarse permanente en el rostro del actor que interprete al enfermo. Esta falta de miedo, aquella sonrisa permanente de su rostro, era como un aura que rodeaba siempre a Ramón Sampedro. Y explica la desconfianza con que siempre fue visto por la Iglesia y el Estado. Un hombre genuinamente libre prefiere morir a perder la dignidad; en cambio, el esclavo antepone el seguir viviendo a toda otra cosa. De ahí la tendencia del poder público a que los ciudadanos sean como esclavos. A nada temen tanto los poderes constituidos como a los ciudadanos libres dispuestos a arriesgar su vida por alguna u otra razón.

En resumen, la dignidad vale más que la vida, y Ramón Sampedro viene a ser como un mártir laico que da testimonio de esta causa.

Páginas 266 y 267

19 de octubre

Ha fallecido Manuel Vázquez Montalbán, en el aeropuerto de Bangkok, de un infarto… Ha muerto demasiado pronto (tenía setenta y cuatro años), pero muy limpiamente, tras haber vivido y escrito con intensidad y dedicación. “Yo sólo soy un mecanógrafo”, me decía a veces, refiriéndose a las muchas horas que consumía frente a la máquina o al ordenador. Gran trabajador, en efecto; Manolo colabora en todas las causas progresistas, incluida la causa de la eutanasia. (…) Nos tratamos bastante en una época, aunque él siempre fue más amigo de Nuria Pompeia que mío. Y ahora ha muerto fulminantemente solo, en la literaria ciudad de Bangkok, lo cual tampoco es una mala manera de morir.

Página 307

15 de diciembre

Bien, creo ahora –once de la noche- que seguiré siendo presidente de la DMD, que seguiré amando a JX, que seguiré explorando el territorio GG, que seguiré con mis diarios, que reasumiré los leitmotiv de mi paideia

Página 337

AÑO 2004

3 de febrero

Me despierto una hora antes de lo acostumbrado a causa de la bronquitis. Me aclaro la garganta. Pongo la radio. Discuten sobre el tema Carod-Rovira y su encuentro con los de ETA. Voy a Numancia 117 y despacho con Agustín. Falleció el historiador José Luis Vila-Sanjuán, amigo y coetáneo: estuve en el tanatorio de las Corts para dar el pésame a su hijo Sergio.

El País da noticia de que un grupo de expertos en bioética pide una ley que regule la eutanasia. Entre los expertos, María Casado y yo mismo. María Casado es directora del Observatorio de Bioética y Derecho de la Universidad de Barcelona. Lo que algunos exponemos es que la Constitución española proclama el derecho a la vida, pero también el derecho a la libertad individual, el derecho a la dignidad y al libre desarrollo de la personalidad, el derecho a no ser sometido a tratos inhumanos, y que resolver las supuesta antinomia entre derecho a la vida y derecho a la libertad no es tan difícil. Sobre todo teniendo en cuenta que la vida no es un valor absoluto.

Página 349 y 350

21 de julio

Fuimos a un pase privado –para amigos y gente del gremio- de la película Mar adentro, sobre la figura de Ramón Sampedro, dirigida por Alejandro Amenábar, interpretada por Javier Bardem. La película les ha salido redonda. La interpretación –de todos, no solo la de Bardem- es magnífica, la música –del propio Amenábar- está bien puesta, la historia –tan conocida- bien narrada; en fin, que el objetivo está cumplido y bien cumplido. Se lo dije a Fernando Bovaira, productor, quien parecía muy convencido de la calidad del filme. “Recibiréis premios”, añadí. “Eso, espero”, contestó Bovaira, productor. A Amenábar le predije lo mismo. Cuando terminó la exhibición el público aplaudió. Yo fui con JX. Saludamos a Jaime Camino, que también hizo comentarios elogiosos de la película. Por cierto, en los títulos de agradecimiento, al final del filme, Amenábar nos cita a Juana Teresa Betancor, a GG y a mí.

Página 368

4 de setiembre

Llama por teléfono Javier Bardem, el actor, para agradecerme el conjunto de mi obra –no especifica si se refiere a mis libros o a mi labor en DMD-, y preguntarme si me ha gustado la película Mar adentro. Le digo que la película me ha parecido extraordinaria y su actuación gloriosa.

Preestreno en Madrid de Mar adentro. La prensa tara declaraciones a la salida del cine. Copio de una gacetilla de El Mundo:

“La Asociación por el Derecho a Morir Dignamente (DMD) aparece en la propia película. Su presidente, Salvador Pániker, que pudo asistir el jueves al preestreno del filme, no dudó en alabarlo. Tampoco perdió la oportunidad de hacer un llamamiento a los representantes políticos para que tomen en serio el mensaje. Al mismo preestreno asistieron José Luís Rodríguez Zapatero y varios ministros socialistas, lo que Pániker consideró como un paso esperanzador: agradeció el apoyo institucional, pero también recordó que, al parecer la sociedad está mucho más madura que la clase política ya que las encuestas dicen que el 70 por ciento de los ciudadanos está a favor de la eutanasia activa, mientras que los políticos se han hecho los remolones”.

Página 379

7 de setiembre

Siguen sonando los teléfonos por el asunto Amenábar/eutanasia, que está cobrando una merecida dimensión internacional. Me entrevistan desde una radio de Argentina y otra de Canadá. Pero mi problema sigue siendo el de siempre, mi déficit de eso que los franceses llaman endurance, una mezcla de fuerza, resistencia y paciencia. En compensación, mantengo mi campo de conciencia estrecho, mi hábito de no dejar cabos sueltos y de no iniciar una nueva actividad sin haber despejado previamente la anterior…

Página 380

17 de setiembre

Pues estuvo en casa, esta mañana, el escritor Juan José Millas. Está preparando un reportaje sobre la muerte digna y desea información…

Millas quiere hacer un reportaje sobre algún enfermo de habla hispana que esté dispuesto a que le practiquen la eutanasia, por ejemplo en Suiza. “La idea de un viaje hacia la muerte posee una fuerte carga metafórica”, dice, y yo pienso: Vaya si la posee, casi excesiva. Explica Millás que él sería la sombra del enfermo durante todo el tiempo que durase el proceso, y que el texto no se publicaría hasta después de la muerte del sujeto. JTB, presente en la entrevista, informa a Millás de que es difícil, en estos momentos, encontrar un caso así, pero que trataremos de ayudarle en lo posible.

En fin. Admiro a Millás desde hace tiempo… Comprendo que esté interesado por el tema que hoy nos ha ocupado. Es un tema muy Millás, especialista en unir lo cotidiano con lo alucinatorio. Al fin y al cabo, la muerte es un suceso extraordinario que alcanza a todos los seres ordinarios. Sintonizo, pues, con Millás. Es un hombre que mantiene intacta su capacidad de asombro y, también, de indignación. (Le acompaño en lo primero, no tanto en lo segundo, y por esta razón él está, políticamente, un poco más a la izquierda que yo).

Páginas 382 y 383

7 de octubre

Decliné ir a Madrid, a un programa de televisión sobre eutanasia, una mesa redonda con un obispo y dos periodistas. Problemas de salud. Lo cual, en este caso, fue una lástima. Porque conviene plantar cara a esos prelados dogmáticos que alzan hoy mucho la vez con temas del aborto, células madre, eutanasia, enseñanza de la religión, matrimonio de homosexuales.

Página 386

14 de diciembre

Pues al fin me han hecho el anunciado homenaje, y el acto ha resultado muy satisfactorio, la sala del Colegio de periodistas llena a rebosar, multitud de fotógrafos al comenzar la sesión.

(…)

Beatriz de Moura centra su discurso en la tarea que he realizado al frente de la asociación Derecho a Morir Dignamente (DMD). “Ciertas personas –dice Beatriz- surgen varias veces en la vida de una. Salvador se me apareció primero como editor; más adelante, como filósofo y memorialista; finalmente, como presidente de la DMD; siempre como un pensador pausado, ecuánime, atinado.” Recuerda Beatriz la época en que los de DMD nos reuníamos en el local de la editorial Tusquets, por entonces en la calle Iradier. Menciona el equipo eficaz y voluntarioso que me rodeaba, nuestra gran tarea para imponer el concepto de eutanasia como un derecho humano y un acto de libertad.

Página 403 y 404

31 de diciembre

Termina un año para mí más bien extraño… ¿Miedo a la muerte? Diría que estoy demasiado exasperado para tenerlo. Me amedranta la enfermedad, me trae sin cuidado la muerte. La muerte de la gente que quiero, eso sí puede afectarme. Pienso que si alguna vez doy estos apuntes a la imprenta, podría titularlo Diario de un anciano averiado. Aunque, bien mirado, tampoco está el anciano tan averiado como aquí se dice.

Páginas 416 y 417.

Diario de Otoño

Año  1996

12 de enero

Fui a la tele a hablar de eutanasia. ¿Merecía la pena haber ido? Pues no sé, quizá, depende. Juraría que algo de lo que dije, y en el modo en que lo dije, ha sonado a verdadero. Lo cual ya es un punto de partida. Un colocarse en el lugar geométrico de los hombres y mujeres de buena voluntad. Por así decirlo.

El bioético y jesuita Francesc Abel, un hombre honesto y algo colérico, sostiene una postura no muy distante de la mía; al final, lo que nos separa es su temor a los posibles abusos en caso de despenalización de la eutanasia voluntaria. Contraste con la rigidez ideológica de Montse M., del Opus. Me siento especialmente incómodo con esa gente del Opus, con su sonrisa ortopédica y sus aires falsos. En el tema de eutanasia esgrimen argumentos aparentemente secularizados, pero en cuyo origen está un integrismo religioso puro y duro. Y está claro que carecen de la más mínima empatía compasiva hacia los enfermos que sufren. Que sufren sin esperanza. Piensan: Ante todo, los principios. Yo estoy en las antípodas. Al diablo los principios, y disminuyamos el horror del mundo.

Página  9 y 10.

27 de febrero

Levantar acta, sí. Tener duplicados de la vida, dado lo efímero que es todo. El caso es que dispongo de una nutrida colección de fotografías, recortes de prensa, vídeos sacados de mis intervenciones en la tele. Habría que montar, quizá, todo ese material. La vida de uno. Las comedias de uno. Los forcejeos de uno.

Página 22

Gran difusión en los medios del testamento vital que hemos redactado en la asociación Derecho a Morir Dignamente (DMD), especialmente para enfermos irreversibles. El País le dedicaba ayer una página entera al tema con grandes titulares, incluyendo unas declaraciones mías y una sugestiva foto. Todo sea por la causa.

Página 28

17 de marzo

Mi matrimonio había naufragado cuando mis nietos vinieron a este mundo. Yo soy ahora supongo, “el abuelo que escribe libros y defiende la eutanasia”.

Página 38

 1 de abril

Juana Teresa Betancor y yo visitamos al conceller de Sanitat, que se llama Eduard Rius, un médico joven con un cierto aire de Fernando Arrabal. Objetivo: explicarle la teoría y práctica del Testamento Vital. El tema de la muerte digna. Le entregamos un grueso dossier con multitud de datos y precedentes. Nos hemos ofrecido para ir al Parlament de Catalunya a explicar la asignatura a los señores diputados. Catalunya podría ser una adelantada (capdevantera) en la introducción de esta práctica. No supondría la legalización de la eutanasia, pero sí un paso en la buena dirección, la de respetar la voluntad de los enfermos (principio bioético de autonomía). Rius, un hombre amable que me ha causado buena impresión, se ha mostrado receptivo. Nombrará una comisión de estudio y mantendremos el contacto.

Página 42

30 de octubre

Me comunica mi hija Ana que mi hermano Raimundo ha tenido un ataque al corazón… La noticia no sé hasta qué punto me impresiona. Mi disconformidad, mi rechazo de la muerte sigue siendo altísimo… Que tremenda, absoluta humillación la muerte. Qué extraño, incluso estrambótico proceso: mis padres, mis hermanos, yo mismo, los hijos, los nietos. Unos ya se  esfumaron, ahora toca a quien toca.

Página 119

28 de noviembre

Hablé en Manresa, tema eutanasia, sala repleta, mesa redonda: un juez, un cura, el médico y yo. El cura era el capuchino Jordi Llimona, buen amigo, que comulga con mis tesis sobre eutanasia y no oculta sus discrepancias con el Vaticano.

Página 126 y 127

29 de diciembre

Hemos ido esta mañana a ver a José Luis Díez Ripollés, catedrático de derecho penal en Málaga… Queríamos que nos explicara qué puede ocurrirle a la persona que ayude a morir a Ramón San Pedro, el tetrapléjico gallego que lucha por el derecho a la eutanasia asesorado por la DMD. Nuevo Código Penal en mano, Ripollés aconseja que se diseñe la cosa para que resulte un caso de “cooperación” al suicidio, y no de autoría de la muerte. En cuyo caso, presumiblemente, la persona en cuestión no tendría ni que ingresar en prisión.

Y yo cavilo que si la justicia española pudiera aproximarse a la Common law anglosajona (más basada en la jurisprudencia que en las leyes), si tuviese la posibilidad de ser más creativa, de generar jurisprudencia nueva a través de sentencias judiciales, otro gallo nos cantara. (Tal vez convendría recuperar el sentido originario del término jurisprudencia, de cuando el derecho era antes un arte que una ciencia, era una técnica –ars- basada en la prudencia.) Las lagunas y contradicciones del artículo 143 del Código Penal, por ejemplo, configuran un amplio espacio donde la ética y la ley no van siempre de la mano. No sólo esto. El citado artículo se enfrenta con varios valores de la Constitución española. Citemos la dignidad de las personas, el libre desarrollo de la personalidad, la prohibición de la tortura, entre otros. La libertad es un valor superior del ordenamiento jurídico, y el juez debería comprender que la vida impuesta contra la voluntad de un paciente es una decisión anticonstitucional que sólo obedece al monopolio de una ética religiosa que contradice la aconfesionalidad del Estado. La vida es un derecho, pero no es un deber. Hay que llevar hasta las últimas consecuencias el principio de la disponibilidad de la propia vida. Hay que ayudar a morir incluso al enfermo crónico en situación irreversible, aunque no estrictamente terminal, cuando éste decide que su vida ha perdido toda dignidad. Que es el caso de Ramón Sampedro. Derecho a la vida y derecho a la autodeterminación puede articularse.

Página 137 y 138

Año 1997

12 de marzo

Hablo en el Hospital de San Pablo, tema eutanasia.

Comienzo recordando los principios de la ética médica: beneficencia, no-maleficencia, autonomía, justicia. Estos principios pueden entrar en conflicto, y establecer una jerarquía entre ellos es difícil. Pero ¿qué no es difícil? Aquella idea supuestamente progresista de que las cosas iban a ser cada vez más fáciles es falsa. Las cosas son cada vez más complejas e inciertas, y su tratamiento requiere cada vez más “arte”. En todo caso, hay consenso en abandonar el viejo paternalismo médico.

A continuación explico mi posición personal sobre el tema eutanasia.

Decía Arthur Koestler que la “eutanasia”, como la obstetricia, es una manera de superar un hándicap biológico”. Yo añadiría que la eutanasia voluntaria –y subráyese lo de voluntaria- es, ante todo, un derecho humano. Un derecho humano de la primera generación de derechos humanos, un derecho de libertad. Un derecho que se inscribe en el contexto de una sociedad laica y pluralista, en la que se respetan las distintas opciones personales, y en la que no se cree ya que el sufrimiento innecesario tenga ningún sentido.

El tema no es nuevo. (L dignidad del suicidio racional ya fue proclamada por estoicos y epicúreos, y por personajes tan ilustres y dispares como Sófocles, Séneca, Marco Aurelio, Tomas Moro, Montaigne, Hume, etc.). Lo nuevo es hoy un amplio clamor social, resultado de una mayor conciencia de los derechos del enfermo, de un envejecimiento de la población, y de que la misma medicina es capaz de prolongar la vida humana en condiciones muy poco humanas. Lo nuevo es que va aumentando la conciencia de que es un verdadero escándalo que nuestra civilización se niegue todavía a proporcionar los medios, precisamente civilizados, para evitar los estados de indignidad y tortura.

Alegan algunos detractores del derecho a la eutanasia voluntaria que con los adelantos de la medicina paliativa y del tratamiento del dolor el problema ya está resuelto. A esto hay que contestar que, en primer lugar, bienvenida sea la medicina paliativa y el tratamiento del dolor, pero… la última palabra y la última voluntad le corresponde siempre al enfermo. La vida no es un valor absoluto, la vida debe ligarse con calidad de vida, y cuando esta calidad se degrada más allá de ciertos límites, uno tiene derecho a dimitir. Además, la experiencia y las estadísticas confirman que, en las peticiones de auto liberación, tanto o más que el dolor físico cuenta el sentimiento de que uno ha perdido la dignidad humana.

Kant definía la dignidad (Würde) como “aquello que se encuentra por encima de todo precio”. La dignidad es un valor incondicional, un valor socialmente reconocido pero que se concreta individualmente. Sólo uno mismo puede determinar si su propia existencia tiene o ha dejado de tener dignidad. Por otra parte, cuidados paliativos y eutanasia no sólo se oponen sino que son complementarios. No debe haber eutanasia sin previos cuidados paliativos, ni cuidados paliativos sin posibilidad de eutanasia. Más aún, si el enfermo supiese que tiene siempre abierta la posibilidad de salirse voluntariamente de la vida, las peticiones de eutanasia disminuirían. Porque esta “puerta abierta” produciría un paradójico efecto tranquilizador: uno sabría que, al llegar a ciertos extremos, el horror puede detenerse.

En fin, quienes defendemos el derecho a morir con dignidad pensamos que el debate sobre la eutanasia ha alcanzado ya un punto irreversible de esclarecimiento y madurez. Pensamos que es hora de abordar este problema, ya que resulta notoria la pasividad que ha habido en torno al mismo. Ello es que al cabo de doscientos años de luchas sociales, luchas por la emancipación de las clases trabajadoras, derechos de la mujer, Tercer Mundo, pueblos de color, niños, homosexuales, etcétera, el tema de la muerte digna permanece inauditamente congelado. Entre otras razones porque la muerte ha sido, ciertamente, un tema tabú, y porque los moribundos no van a votar. Pero ha llegado la hora de levantar el tabú de la muerte y afrontar con lucidez la finitud humana. Ha llegado la hora de que los médicos se conciencien, las leyes se pongan a punto, y se conceda al ser humano la plena posesión de su destino.

Páginas 158, 159 y 160.

2 de abril

Acabo de mandar a los medios una carta de la cual extraigo los siguientes párrafos.

El Parlament de Catalunya, en un gesto insólito, ha convocado a la asociación que yo presido (Asociación Derecho a Morir Dignamente, DMD) a exponer sus actividades y objetivos, de cara a una posible incorporación de los mismos a las actividades parlamentarias. Concretamente, el próximo 4 de abril, a las doce de la mañana, compareceré ante la Comisión de Justicia del citado Parlament. Me acompañará también la vicepresidenta de DMD, Juana Teresa Betancor, y el reconocido jurista Joan Josep Queralt.

El objetivo que perseguimos es que Catalunya sea la adelantada, dentro del Estado español, en aprobar alguna proposición que desarrolle y regule el ejercicio del derecho a una muerte digna.

Nuestra asociación expuso ya ante el conceller de Sanitat de la Generalitat de Catalunya, señor Rius, la necesidad del uso generalizado del Testamento Vital. Sabemos que en el Parlament existen varias iniciativas encaminadas al mismo fin. Parece, pues, que también los políticos han empezado a comprender que los deseos de control del final de la propia vida coinciden con la necesidad de establecer unas regulaciones que den seguridad jurídica a los enfermos y al personal sanitario.

Página 168

4 de abril

La sesión del Parlament de Catalunya ha ido de perillas, el clima era propicio, el reparto de papeles entre los asistentes ha funcionado perfectamente. Al llegar yo, los reporteros han disparado todas sus cámaras, o sea que la prensa ha respondido, veremos lo que cuentan mañana. Esta tarde, en las noticias de Catalunya Informació ya han recogido el acto, y han mencionado mi observación de que el 50 por ciento de los asociados a las asociaciones pro muerte digna, en Europa, son católicos. Católicos no vaticanistas. Los convocados éramos la DMD y el señor Lluís Monset, presidente de la comisión de bioética. Presidía la comisión de justicia Roc Fuentes… Por parte de DMD concurríamos JTB, el catedrático de derecho penal Joan Josep Queralt y yo mismo…

JTB después de la sesión parlamentaria: “Tendrías que haber visto cómo te escuchaba la gente; eres toda una institución en Cataluña”

Páginas 168 y 169

Páginas 168 y 169

6 de abril

Días de primavera, alergia y polen. Pasó ya la resaca de mi visita al Parlament. “Te hemos visto por la tele.” Reseñas y fotos en la prensa. Bien; eso fue ayer, hoy está todo olvidado. La prensa diaria es el registro puntual de lo que habrá que olvidar al día siguiente. Hoy la noticia es el fallecimiento de Allen Ginsberg, uno de los últimos supervivientes de la beat generation.

Página 169

11 de abril

Insisto: la angustia por la muerte es el síntoma de una enfermedad específica, la enfermedad del ego. Unamuno reclamaba que la aventura humana fuera algo más que “una procesión de fantasmas que van de la nada a la nada”. Unamuno tenía un ego desmesurado, y la muerte le parecía un atropello intolerable. Yo comencé filosofando –siendo todavía un adolescente- desde el ego y desde el pensamiento puro, percibiendo la diversidad del mundo como un escándalo, y la muerte como una estafa. …

En el ámbito animal o vegetal, la muerte es un fenómeno remotamente natural. Para el hombre, en cambio, y ya desde las primeras culturas arcaicas, la muerte es interpretada como un acontecimiento decididamente contra natura. Nuestro actual tipo de conciencia egoica (la que nos aísla del cosmos y hace alborear el espíritu) debió de surgir allá por la época del hombre de Neanderthal, y con ella los exorcismos de la muerte: ritos, funerales, enterramientos, culto, religiones… En su primitiva inconciencia, el género Homo balbucea una sabiduría cuasi platónica: el espíritu, tan penosamente alcanzado a lo largo de más de dos millones de años –Homo hábilis, erectus, neanderthalensis, sapiens-, no puede morir. A partir de ahí el Homo symbolicus se convierte en Homo religosus. Funciona el imaginario. Como apunta Eliade, es probable que ya el Homo hábilis haya tenido una cierta vivencia de la trascendencia contemplando la bóveda celeste. Una revolución en el interior de Homo. El insólito descubrimiento –el espíritu- genera una cultura sui géneris. Conocer el motivo de la muerte será entonces la manera humana de “recuperar el equilibrio”. ¿Qué procede hoy? Lo he apuntado antes, procede recuperar la animalidad de la muerte, su carácter natural. (Montaigne: “Si no sabéis morir, no os importe, la naturaleza os informará en el momento preciso”.) Alan Wats decía que al morir regresamos al lugar del que salimos al nacer. Porque la identidad del ser humano real no está en el ego sino en la totalidad de lo que existe (la totalidad del cosmos, si queréis). Así que hay un problema en la muerte, ero ese problema lo es, ante todo, para el ego. (Curiosamente, eso ya lo advirtió Schopenhauer.) Y el desequilibrio del ego requiere hoy una terapia que ya no puede ser la mítica, sino la mística retroprogresiva: de un lado la recuperación de la animalidad, de otro lado el acceso al “más allá del ego” que predican las filosofías transpersonales.

Norman Brown estima que el germen primario de toda represión es la ansiedad del ser humano ante su propia desaparición. El devenir de esta ansiedad se llama “historia”, es decir, el empeño por llenar el tiempo con obras que desafíen a la muerte. Vida y muerte, explica Brown, se hallan unidas a nivel orgánico –la muerte es parte de la vida-, pero el ser humano las disocia. Toda cultura humana es patológica en la medida en que reprime la muerte. Pues bien, como he dicho, cabe asumir la muerte sin reprimirla. Cabe una metamotivación desde más allá del ego. Cabe hacer las cosas por sí mismas, por placer inmanente de hacerlas. Cabe la espontaneidad taoísta.

Páginas 172, 173, 174

11 de mayo

Para un público compuesto exclusivamente de médicos, he dado una conferencia en Palamós sobre “Bioética y medicina”. Durante el coloquio han surgido temas varios, como el de los comités de ética en los hospitales, las cuestiones del aborto, racismo, eutanasia, feminismo, ecología. Un médico (minoritario) insiste en que la eutanasia es equivalente a un homicidio. Le digo que confundir la eutanasia con el homicidio es como confundir el acto de amor con la violación. Hay que atender cada caso individualmente. La renuncia a un principio absoluto de moralidad conduce a que más que de ética aplicada cabe hablar de casuística moderna. Hay problemas que exigen soluciones que no son evidentes. Cuando hay un conflicto entre los principios de bioética, procede deliberar democráticamente y buscar un equilibrio de los valores en conflicto. Un equilibrio relativo, tratando de salvar lo que se pueda de cada valor enfrentado. Sabiduría práctica, algo emparentado con lo que Aristóteles llamaba phrónesis, y que Cicerón tradujo por prudencia. Por otra parte, existe tanto una bioética como un bioderecho (tan recurrido por los defensores a ultranza del derecho a la vida); pero, como ha explicado Diego Gracia, el bioderecho sin la bioética es ciego. En todo caso, la bioética es un estudio interdisciplinar suscitado por los mismos avances de las tecnologías biomédicas, y con una base más empírica que doctrinal.

Página 175 y 176

23 de mayo

Envío una carta de enhorabuena a Miguel Trías Fargas; porque la Corte Constitucional de Colombia ha fallado a favor de la eutanasia voluntaria, y Miguel es mi colega en la DMD de allí. No tengo ánimo para mucho más. El dolor de lumbago me crucifica. Pero en público mantengo el tipo.

Página 182

4 de junio

El animalito herido y condenado me mira con ojos sabios e inocentes. Ella sabe muy bien lo que ocurre. Se evade. En su conciencia, no quiere saber. No quiere saber precisamente porque sabe. Pues bien, eso se lo vamos a organizar lo mejor que sepamos. “Eso” significa un buen ambiente que incluya, ay, la risa y el humor.

O sea, que aquí se trata de cambiar de onda. Aquí se trata de convivir con la propia muerte. ¿Cuántos años me quedan a mí? Presumiblemente, tampoco demasiados. ¿Y a mi hermano Rai? Quizá menos aún. Se trata de vivir al día, el regalo de cada día…

¿Mañana? Mañana, Dios dirá. ¿Dios? Me gustaría que existiese. Algo infinito que no inspire miedo. Poco que ver con el camelo teológico de las iglesias. Pero no sé. Tampoco sé.

Páginas 189 y 190

11 de diciembre

Mesa redonda, hace unos días, organizada por la DMD, con participación de Manolo Vázquez, Juan Betancor, el abogado Queralt, el doctor Gregorich y yo mismo. La sala del Institut de la Joventut de bote en bote. Manolo estuvo atinado, Betancor didáctica, los demás, correctos. Yo tracé una panorámica general y hablé del derecho del paciente terminal a no ser del todo informado, es decir, a recibir el grado de verdad que desea recibir.

Página 221

Año 1998

12 de enero

Se ha suicidado al fin Ramón Sampedro, el tetrapléjico gallego que tanto luchó por el derecho a la eutanasia voluntaria. JTB y yo hemos redactado un manifiesto, en nombre de la DMD, para los medios de comunicación, aunque de momento lo mantengamos en reserva, a la espera de acontecimientos (sobre todo, la actitud del juez instructor del caso).

Hoy no han parado de sonar los teléfonos, querían declaraciones mías sobre esa muerte de Sampedro. He atendido las mínimas. El asunto es sórdido, Creo que el juez –que es jueza- y la Guardia Civil están interrogando son contemplaciones a las personas que presuntamente le ayudaron a maorí. Presumiblemente, pues, que algún día nos llamen a nosotros.

Página 225

13 de enero

Prosiguió hoy el bombardeo de llamadas por parte de los medios: atendí unas, desatendí otras. Tocante al aspecto legal, se trata ahora de que Miguel Bajo, el famoso abogado penalista (con quien hemos contactado), se haga cargo de defender a cualquier persona que parezca acusada de haber colaborado en el suicidio de Sampedro. En la asociación Derecho a Morir Dignamente. DMD, estamos recibiendo innumerables firmas de autoinculpación de personas individuales e institucionales que se adhieren a la recogida iniciada por amigos de Ramon Sampedro bajo el lema “YO TAMBIÉN AYUDÉ A MORIR A RAMÓN SAMPEDRO”. Con todo, pienso que la asociación, indirectamente implicada, debería quedar al margen. A ese respecto hemos creado un pequeño comité de cuatro personas (Gené Gordó, Aurora Bau, JTB y yo mismo) para ir tomando decisiones. Ello es que está por medio el testamento hológrafo que Ramón nos entregó. Miguel Bajo aconseja que el testamento hológrafo llegue lo antes posible al juez que ha abierto el procedimiento en Galicia.

A mí me pilla todo esto en fase ligeramente “depre”. Hablé con Ramón por teléfono la víspera de su muerte y me sorprendió la portentosa serenidad con que enfocaba su próximo final. Lo tenía todo bien pensado. Le aconsejé que diese órdenes de que incinerasen su cuerpo para que no quedasen huellas del cianuro. Una extraña, casi surrealista conversación. Hablábamos de su muerte como si fuese un asunto de trámite normal. Pero era un asunto, ya lo dije, sórdido, triste y fantasmagórico. En fin, la Justicia es también, a lo mío. Y lo mío es, ahora, no distraerme demasiado, no dejarme contaminar. Mañana, de nuevo comparecencia en la tele y en la radio.

Página 225 y 226

14 de enero

En el programa radiofónica Protagonistas, de Luis del Olmo, me enfrentaron con un médico/bioético de la Universidad de Navarra, sin duda del Opus, y la sesión resultó bastante movida; creo que conseguí desenmascarar los condicionamientos re liosos de mi contrincante. Estuve, incluso, vagamente populista al pedir a la sociedad un actitud de compasión y comprensión ante casos como de Ramón Sampedro.

Igualmente he defendido la causa por Radio Nacional, programa de Nieves Herrero. Allí también Luis Carandell, cordial conmigo. Y un cura parapléjico del Opus completamente ideologizado.

Ahora bien, sigue en mí la fatiga por el tema; declino escribir artículos que me piden; ayer me dejé grabar para Barcelona TV, pero hoy ya no para TV3.

Hemos enviado a la jueza Luisa Pérez Rúa, de Galicia, el testamento hológrafo de RS.

Telefonea JTB. Propone un cambio en el enfoque eutanasia activa/pasiva, una distinción ya sobrepasada que debe sustituirse por otra más genérica. Además, con las curas paliativas, concienciación de los médicos, etcétera, sólo se está ayudando a un tipo de enfermos a bien morir: los terminales. Pero hay otra categoría de enfermos a los que no se contempla: los crónicos. Que era el caso de Ramón Sampedro. Suena algo nerviosa y acelerada la voz de JTB. Está involucrada en el tema. Menciona las declaraciones de algunos políticos, “todos con más miedo que vergüenza”. También me reprocha una cierta mezcla de pasividad y frialdad en el caso de RS.

-¿En qué te basas para decir esto? –pregunto

-En que eres un hombre transparente, y se te nota –responde JTB-. Y espero que no la pierdas, esa trasparencia, porque es uno de tus encantos, uno de tus appeals, y creo que no soy la primera mujer que te lo dice.

Lo que JTB no sabe o no calibra es que yo voy siendo cada vez más animal de invernadero, que mi resistencia al estrés es bajísima, que mi fatiga permanece.

A pesar de lo cual he pulido un manifiesto, en nombre de la DMD, y lo he mandado a los medios. He aquí su párrafo final:

“Durante años la DMD ha prestado asesoramiento jurídico al señor Sampedro en su larga lucha ante los tribunales por reconocimiento de sus derechos. Pedimos ahora, desde la fuerza de los derechos establecidos en nuestra Constitución –la libertad, la dignidad, la intimidad, la manifestación autónoma de la personalidad-, que la larga lucha heroica de Ramón Sampedro no tenga que repetirse. Pedimos un amplio debate nacional para que, de una vez, quienes así lo deseen puedan sin temor ser dueños de su último destino.

Página 226, 227 y 228.

Año 1998

18 de enero

Desde que hace ya casi una semana se suicidó Ramón Sampedro, los acontecimientos, la presión de los medios, mi indignación y mi fatiga, mi enojo contra los integristas, mi disgusto por la actuación de algunos socios de la DMD, todo me ha dejado en un estado de genuina saturación.

Entrevistas en la prensa, artículos para los medios, apariciones en televisión, polémicas por la radio, declaraciones y desmentidos. Ayer noche tuve nuevamente una intervención en el programa televisivo Informe Semanal. Hoy, domingo, todos los periódicos vuelven a explicar la historia del caso de Sampedro, y hay artículos míos en algunos. Declaraciones en otros. Lluis Permayer dice que he sido el pionero de la causa de la eutanasia en España, y que esto me honra. Gracias, Lluís. Máximo me dedica su viñeta en El país. Gracias, Máximo.

Página 228

4 de febrero

Texto del testamento de Ramón Sampedro, que ayer mandé a El País, y que hoy reproducen íntegramente:

Sres. Jueces, Autoridades Políticas y Religiosas:

Después de las imágenes que acaban de ver (en vídeo), a una persona cuidando de un cuerpo atrofiado y deformado –el mío- yo les pregunto: ¿qué significa para Vds. la dignidad? Sea cual sea la respuesta de vuestras conciencias, para mí la dignidad no es esto. ¡Esto no es vivir dignamente!

Yo, igual que algunos jueces, la mayoría de las personas que aman la vida y la libertad, pienso que vivir es un derecho, no una obligación. Sin embargo he sido obligado a soportar esta penosa situación durante 29 años, cuatro meses y algunos días.

¡Me niego a continuar haciéndolo por más tiempo!

Aquellos de vosotros que os preguntéis: ¿por qué morirme ahora –y de este modo- si es igual de ilegal que hace 29 años?

Entre otras razones, porque hace 29 años la libertad que hoy demando no cabía en la ley. Hoy sí. Y es por tanto vuestra desidia la que me obliga a hacer lo que estoy haciendo.

I

Van a cumplirse cinco años que –en mi demanda judicial- les hice la siguiente pregunta: ¿debe ser castigada la persona que ayude en mi eutanasia?

Según la Constitución española –y sin ser un experto en temas jurídicos- categóricamente NO.

Pero el Tribunal competente –es decir, el Constitucional- se niega a responder. Los políticos –legisladores- responden indirectamente haciendo una chapuza jurídica en la reforma del Código Penal. Y los religiosos dan gracias a Dios porque así sea.

Esto no es autoridad ética o moral. Esto es chulería política, paternalismo intolerante y fanatismo religioso.

II

Yo acudí a la justicia con el fin de que mis actos no tuviesen consecuencias penales para nadie. Llevo esperando cinco. Y como tanta desidia me parece una burla, de decidido poner fin a todo esto de la forma que considero más digna, humana y racional.

Como pueden ver, a mi lado tengo un vaso de agua conteniendo una dosis de cianuro de potasio. Cuando la beba habré renunciado –voluntariamente- a la propiedad más legitima y privada que poseo; es decir, mi cuerpo. También me habré liberado de una humillante esclavitud: la tetraplejia.

A este acto de libertad –con ayuda- le llaman Vd. Cooperación en un suicidio, o suicidio asistido.

Sin embargo yo lo considero ayuda necesaria –y humana- para ser dueño y soberano de lo único que el ser humano puede llamar realmente “mío”, es decir, el cuerpo y lo que con él es –o está- la vida y su conciencia.

III

Pueden Vds. castigar a ese prójimo que me ha amado y fue coherente con ese amor; es decir, amándome como a sí mismo. Claro que para ello tuvo que vencer el terror psicológico a vuestra venganza; ése es todo su delito. Además de aceptar el deber moral de hacer lo que debe, es decir, lo que menos le interesa y más le duele.

Sí, pueden castigar, pero Vds. saben que es una simple venganza… legal pero no legítima. Vda. Saben que es una injusticia, ya que no les cabe la menor duda de que el único responsable de mis actos soy yo, y solamente yo.

Pero, si a pesar de mis razones deciden ejemplarizar con el castigo atemorizador, yo les aconsejo –y ruego- que hagan lo justo: córtenle al cooperador /a los brazos y las piernas porque eso fue lo que de su persona he necesitado. La conciencia fue mía. Por tanto, míos han sido el acto y la intención de los hechos.

IV

Sres. Jueces, negar la propiedad privada de nuestro propio sr es la más grande delas mentiras culturales. Para una cultura que sacraliza la propiedad privada de las cosas –entre ellas la tierra y el agua- es una aberración negar la propiedad más privada de todas, nuestra Patria y Reino personal. Nuestro cuerpo, vida y conciencia. Nuestro Universo.

Sres. Jueces, Autoridades Política y Religiosas:

No es que mi conciencia se halle atrapada en la deformidad de mi cuerpo atrofiado e insensible, sino en la deformidad, atrofia e insensibilidad de vuestras conciencias.

Páginas 230, 231, 232 y 233

17 de febrero

Por la mañana estuve en el Parlament de Catalunya. Representantes de todos los partidos me entregaron las firmas de setenta y un diputados (mayoría absoluta) solidarizándose con el suicidio de Ramón Sampedro. Gran abundancia de medios de comunicación. Doy una rueda de prensa. Sale todo como estaba previsto, o sea, bien. En todos los telediarios del mediodía dan amplia noticia del acto. Yo explico, aprovechando el acto, lo del vídeo de la muerte de Sampedro, que lo hemos reenviado a la jueza de Galicia, que es un documento impresionante, que causa indignación que un hombre tan lúcido, civilizado y legalista como RS haya tenido que morir solo, clandestinamente y sufriendo.

Páginas 236 y 237

1 de marzo

Ayer recibí grandes elogios por la transcripción que hizo El País de mi debate con el padre Martínez Camino, portavoz de la Conferencia Episcopal, tema eutanasia. Debate moderado por Gabriela Cañas.

Página 237

5 de marzo

La manera como Antena 3 ha tratado el tema del vídeo del suicidio de Ramón Sampedro me lleva a pensar que, finalmente, su exhibición no nos perjudica. No se hará telebasura con este testimonio. Dicen que no han pagado ni un céntimo por su obtención (¿lo sustrajeron del juzgado de Galicia? Nosotros no lo entregamos a ningún medio, a pesar de que ofertas millonarias no nos faltaron). Tratan de respetar la voluntad de RS. Admiten y fomentan el debate nacional sobre la eutanasia. Hoy en toda España no se hablaba de otra cosa que del famoso vídeo donde está filmada de RS, y que lo pasaron ayer por Antena 3, en las noticias de las nueve y en las de medianoche.

Hoy no pararon de acosarme los medios. Hablé para Telecinco, para Efe/TV, para Antena 3, para radios, periódicos, para agencias de prensa. El resultado es que se ha enderezado el asunto, que la posición de DMD queda ahora clara, y que estamos consiguiendo una inmensa publicidad para la causa sin necesidad de habernos ensuciado con ningún trasiego forzado.

Ha sido un proceso largo y penoso desde que en 1993 iniciamos la lucha de Ramón Sampedro en un juzgado de Barcelona, encargándose del caso el abogado Jorge Arroyo, socio de DMD. Denegaron la primera petición alegando defectos formales. El recurso a la audiencia Provincial también fue desestimado. Y lo mismo ocurrió en la Audiencia de La Coruña, en el tribunal constitucional y en el de Derechos Humanos de Estrasburgo. Entretanto Ramón se fue convirtiendo en un personaje famoso, al que visitaban en su casa periodistas de todo el mundo. A todos asombraba por su entereza y lucidez. Tuvimos finalmente una serena reunión en la que quedó acordada su última decisión. Ahora no creo que vaya nadie a la cárcel por haber ayudado al suicidio de Ramón Sampedro. La presión mediática, el ambiente social, la campaña de autoinculpación, la labor de Miguel Bajo, la misma ley penal de 1995, todo ha contribuido a que no llegue la sangre al río. El senado está a punto de constituir una comisión especial de estudio sobre la eutanasia. Pero la mayoría del Partido Popular hace concebir pocas esperanzas.

Páginas 236 y 237

18 de diciembre

El sr que más he querido en este mundo ya no está.

Desde hoy al mediodía ya no está.

Quizá otro día cuente todo lo ocurrido hasta llegar al limpio desenlace, hoy no puedo decir más. Limpio desenlace: qué bien te he comprendido hasta el último momento, hijita mía que ya no estás.

Página 266

20 de diciembre

Y ahora queda pendiente mi “homenaje” a Mónica, mi fidelidad a su legado, tal vez los cabos que ella ha estado atando. Había pensado en la dedicatoria de un libro: “A mi hija Mónica, que ya no está”. Tendría que comenzar explicando algo de lo que para mí ha supuesto la muerte de Mónica. Precisamente su legado. Mi discreto testimonio intelectual…

Porque, si no hago eso, si no le levanto un discreto monumento a Mónica, ¿qué otra cosa podría hacer en esta vida?

Página 272 y 273

Año 1999

18 de enero

Hoy hace un mes que murió Mónica. Hoy la vida sigue esfumada. Me abandono a lo que hay, y lo que hay es ausencia. Me volví prácticamente ateo, ya lo dije, y reconozco que eso también es triste. Mis mitos se volvieron inanes. ¿La mística? La mística es una locura de buena calidad, quizá la única salida, pero salida hacia ninguna parte.

Página 306

31 de julio

Por la mañana, debate en la Cadena Ser sobre eutanasia. Yo expongo mis puntos de vista y me apoyan Eduardo Haro y Andrés Trapiello. Solo Isabel Estapé da la nota discordante. Porque hay maneras y maneras de discrepar. La Estapé, hija de mi amigo Fabián, pertenece (creo) al Opus Dei (lo mismo que su marido, el psiquiatra Enrique Rojas), y se me antoja un espécimen notable de cerrazón, piel dura y agresividad innecesaria. Habla como quien muerde. Eduardo Haro, una vez más confirma que es una bellísima persona. Escribiendo puede ser duro e intransigente, pero hablando es suave, tolerante e, incluso, conciliador. Conmigo ha estado amable; ha dicho: “Salvador tiene una sabiduría muy antigua”. Trapiello ha rebatido impecablemente a la Estapé. Dice que él, personalmente, se siente lejos del suicidio, pero que respeta a los suicidas, y que la decisión sobre la propia muerte es un derecho humano fundamental.

Páginas 321 y 322

18 de diciembre

Hoy un año de la muerte de Mónica. (…)

La muerte de Mónica fue un absoluto que irrumpió en mi vida. Escribí: “Ya nada volverá a ser como antes”. No creo haber traicionado estas palabras. Diría más bien que he repartido mi existencia en dos departamentos paralelos, el discurrir normal de los días y un trasfondo de exasperación.

Bien mirado, la muerte de Mónica rompió este diario. Quiero decir que la muerte de una hija es un acontecimiento tan excesivo que, en cierto modo, no cabe en un diario. Literariamente, es un exceso de asunto. Lo propio de un diario es que nunca pase gran cosa… pero Mónica murió y yo me enfrenté a la catástrofe, y escribí lo que escribí.

Página 340

31 de diciembre

En fin, estoy bien aquí, solo, distante y sosegado, dejando vagar el pensamiento, en una mañana soleada de diciembre. Final de año, pero no final de siglo ni, por tanto, de milenio. El inocuo convencionalismo del calendario enloqueciendo a las gentes. Mi hija Mónica ya no está. Yo sigo provisionalmente vivo.

Página 344

 

Variaciones 95

10 de agosto de 1995

Con respecto a la muerte, JX suele decir que a ella le gustaría vivirla con lucidez, aunque eso sí, sin sufrimiento. Yo, en cambio, preferiría no enterarme. Estoy harto de lucidez. André Gide confiesa en su diario (15 de febrero de 1940) que le gustaría desaparecer de escena en algún accidente, una muerte rápida, lejos, lejos de los suyos, como lo deseaba también Montaigne, sin testigos que otorguen a los últimos instantes un forzado empaque. Estoy con ellos.

Variaciones 95, Random House, Barcelona, octubre 2002, página 232-233

Variaciones 95

9 de julio de 1995

Era en casa de Ricardo Bofill. Música de Bach… Añade Bofill que él siempre pensé en el suicidio; la cuestión es cuándo. Le contesto que estoy de acuerdo, que uno debe estar siempre dispuesto a suicidarse y a la vez comprometerse… Añado: cuándo estás dispuesto a morir es cuando más intensamente vives.

Variaciones 95, Random House, Barcelona, octubre 2002, página 208

Variaciones 95

24 de junio de 1995

En fin, lo dicho, aflojar doce millones por dar de comer y de beber a unos amigos no deja de ser un gesto enérgico. Esa gente sabe que ha de morir y, en el entretanto, contraataca. Tal es el meollo del asunto. Cuando uno sabe que va a morir no tiene por qué andarse con chiquitas. Doce millones para expresar la disconformidad con la muerte. Un gesto brioso y finalmente inútil: igualmente moriremos todos. Detalle significativo: ningún paparazzo en la fiesta. La jet-set catalana se exhibe puertas adentro, no puertas afuera. Cataluña no es Marbella. Aquí la desesperanza es más discreta.

Variaciones 95, Random House, Barcelona, octubre 2002, página 172

Variaciones 95

13 de mayo de 1995

   Heidegger habla del ser-para-la-muerte y de la angustia, y su discurso es coherente, porque finitud y angustia son lo mismo. ¿Pero quién ha decretado que el ser humano –y cualquier ser en general- sea exclusivamente finitud? Aquí sugiero que, en el fondo, no le temeos a la muerte, y que sobre esta ausencia de temor (sabiduría) colocamos nuestro superficial temor (angustia) a partir del cual plateamos preguntas o inventamos “esperanzas”.

Variaciones 95, Random House, Barcelona, octubre 2002, página 147

 

 

Variaciones 95

24 de febrero de 1995

Suelo estar muy tranquilo cuando he de actuar en público pero la otra noche en Madrid (Antena 3 TV) me quedé un poco desconcertado. Inesperadamente, el ego… Yo tenía que lucirme. A estas alturas de la contienda, todavía esta monserga…

El tema de mi intervención, la eutanasia me concierne especialmente, hondamente, es un tema en el que me siento muy comprometido y que suelo abordar sin pamplinas ni vanidades ¿A santo de qué, el ego? Pues en parte porque en un debate televisivo todo se transmuta en show: ya no se trata tanto de exponer un punto de vista como de jugar a ver quién gana, a ver quién se luce más, con lo cual queda todo falseado.

La sala de invitados era un batiburrillo… Javier Barrero, diputado del PSOE, parece un tipo serio, solvente y desanimado. El cantante Nacho Cano lleva largas melenas, practica diariamente la meditación y se siente atraído por la religiosidad orienta. El opudeista Federico Trillo me saluda con mecánica cortesía. Rosa Aguilar posee un atractivo inteligente y reposado. El jesuita Gafo, que será luego mi contrincante, permanece sentado en un rincón. Pero el debate entre Gafo y yo fue breve, porque Mercedes Milá quiso centrar la sesión en Ramón Sampedro, que comunicaba con nosotros por teléfono. El pobre Gafo se quedó muy frustrado. “Apenas he podido plantear mi punto de vista”, diría más tarde. Una trampa en la que yo no caí. La trampa de la limitación del tiempo, porque conozco el terreno y, en consecuencia, ya en mi primera intervención expuse lo esencial de mi mensaje.

Variaciones 95, Random House, Barcelona, octubre 2002, páginas 87 y 88

Variaciones 95

20 de febrero de 1995

   En el trasfondo de todo esto encontramos también el problema de la muerte. Martín Heidegger enseño que hay que asumir la muerte para vivir una existencia auténtica. Ahora bien, cabe considerar la cuestión desde otro ángulo: es el mismo miedo a la muerte el que genera la ilusión  del tiempo. Reprimiendo la muerte (que es el estado donde ya no hay futuro), el ser humano va generando expectativas de futuro, y así refuerza la sensación de tiempo.

    Dicho de otro modo: no es que se tema a la muerte porque se es temporal, sino que se se es temporal porque se teme a la muerte.

    Abolido el miedo a la muerte, anulado el tiempo, cabe «dejarse ir», abandonarse a la realidad de cada instante, al Tao. He ahí el meollo de lo <<místico>>, tal como yo lo entiendo. Pues no se trata de que el presente, el instante, sea breve y fugaz, sino de que está fuera del tiempo, fuera de <<la mancha y el hedor del tiempo>>, que decía el Maestro Eckhart.

    Atención pues, vuelvo a insistir: nada de <<esforzarse>> por alcanzar el presente. Éstas son formulaciones que vienen ya impregnadas de tiempo. No existe ningún camino para llegar al lugar donde ya se está. Lo que procede es abandonarse al aquí y al ahora sin ningún empeño trascendente: porque estamos ya en lo real sin tiempo.

   Un místico es alguien que sabe esto.

   Un místico -o el nombre que prefiera dársele- es alguien que accede al presente. Nada que ver con teologías, religiones o complicados esoterismos.

Ningún místico aspira a la inmortalidad porque es ya eterno en el presente. (…)

 

Variaciones 95, Random House, Barcelona, octubre 2002, página 82

Variaciones 95

20 de febrero de 1995

   Hegel es consciente, además, del alcance antropológico del tiempo. Hegel comprende la relación que existe entre muerte y tiempo, entre historia y muerte. <<La historia es lo que el hombre hace con la muerte >>, viene a decir el filósofo alemán.

 Variaciones 95, Random House, Barcelona, octubre 2002, página 77